El delito de la solidaridad.

16.01.2019

La política migratoria europea respecto a los extranjeros sin permiso de residencia no es otra que la de su persecución. Redadas policiales basada en un perfil étnico realizadas a "la caza" de inmigrantes sin papeles, que se vuelen más intensas y radicalmente más selectivas aún si cabe cuando están programados los llamados "vuelos de la vergüenza", el encierro en los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIEs), las devoluciones en caliente, forzosas e ilegales, con lo puesto, a veces a países que suponen un peligro para estas personas o que les son ajenos, deportaciones a menudo realizadas directamente desde la comisaría siendo prácticamente imposible la defensa, la negación sistemática de derechos fundamentales como son el derecho a ser atendido en caso de enfermedad o el derecho a poder obtener legalmente el sustento propio y de la familia.

En esta tarea de perseguir y criminalizar a las personas migrantes sin papeles a los gobiernos no les tiembla el pulso a la hora de tomar medidas xenófobas y racistas, lo vemos en Italia con Salvini y lo vemos en España con el Open Arms que cada vez tiene más dificultades para salir a salvar vidas al mar o con el caso de la activista Helena Maleno... Lo vemos a diario, el cerco alrededor del inmigrante se estrecha cada vez más, ahora mediante la estrategia de castigar a quienes se resigan a miran hacia otro lado y deciden acoger, en definitiva, a quienes se muestran solidarios. Prestar al inmigrante una escalera para saltar la valla, realizar labores de salvamento y asistencia en el mar, alquilar una habitación a una persona "sin papeles" o darle de vez en cuando algún trabajo para que pueda subsistir, son conductas que pueden llegar a ser delito, y criminales quienes las realizan.

Una de las virtudes más universales en todas las culturas de todos los tiempos ha sido la hospitalidad. La acogida al hermano inmigrante ha constituido uno de los indicadores más fiables de calidad humana de una civilización. Esta virtud se encuentra amenazada por la Europa de los mercaderes que olvida que solo habrá una Europa viable si se construye desde la apertura.

Un ejemplo de los muchos que desgraciadamente se podrían poner de las políticas anti-hospitalarias que lleva a cabo la Unión Europea es la colocación de concertinas en los muros de la vergüenza con los que fortifica el acceso al norte en el mismo sur. Como si se pudieran poner puertas al campo o blindar Europa frente al derecho de sobrevivir y mejorar la calidad de vida.

La forma natural de relacionarse del ser humano es ayudando y dejándose ayudar por otros. Si la solidaridad y la hospitalidad se convierten en delito, entonces todos acabaremos siendo criminales.

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