Crónica de un abandono:  Mujeres en lucha por la luz

08.03.2021

Los textos que encontrará a continuación pertenecen al mismo relato, no cronológico, de la conversación que mantuvimos con cuatro mujeres en una casa del sector seis de la Cañada Real. Ellas llevaban (y llevan) más de 150 días sin luz. Los autores de este texto, María García y Miguel Gómez, fuimos invitados a desayunar y a charlar con Najoua, Maryam, Oumaima y Houda. El resultado es una selección breve de un encuentro de casi dos horas. No pretendemos sintetizar ni contar de forma exhaustiva un problema de dimensiones inmensas. Solo queremos resaltar, con motivo del 8 de marzo, las voces y el papel que han tenido las mujeres en una lucha que, lamentablemente, aún perdura.

Como vivir en la calle

"Estoy agotada. Me siento invalida y abandonada. Es como vivir en la calle. Siento que la vida se ha parado" Quizá esta frase de Najoua resuma el sentir de las madres del barrio, que, nos dicen, "todos los días echan fuerza para sacar a la familia". "Todo lo que era normal y corriente ahora te ocupa todo el tiempo". Lo normal y corriente es disponer de una lavadora o una nevera. "No es una cosa. Si empiezas a hablar es que no terminas. Son cinco meses que han pasado como cinco años"

McDonalds, central eléctrica

Cuando las cosas ya no son normales y corrientes, los objetos adquieren usos insospechados. El coche ya no es un vehículo, sino un centro de operaciones. Sin nevera hay que ir todos los días a la compra. Y los viajes se aprovechan para cargar móviles y tablets. La batería no es la única fuente de energía. "Cada vez que salíamos al Burger King o al McDonalds a tomarnos algo llevaba el alargador conmigo. Lo primero que buscaba es un sitio donde hay enchufe. Mi hija me decía: que vergüenza, mamá. La gente me miraba. Pero es lo que toca" explica Houda.

Ir al baño

En la charla nos acompaña el sobrino de Houda. Tiene dos años y medio, la edad en la que aprendemos a ir al baño. Cuando tiene ganas por la noche, su madre le acompaña con una vela o con la linterna del móvil. Las hijas de Houda, más mayores, también la despiertan. Quieren que "les de para alumbrar". El interruptor se ha convertido en un cacharro inútil. Y las bombillas consumen menos que nunca.

"Para nosotros, el Covid era lo último"

El mando a distancia también ha perdido su sentido. Ni dibujos para los niños ni noticias para los adultos. Sin televisión ni radio, la sensación de aislamiento se multiplica. "Ni nos enteramos de lo que está pasando en el mundo. Lo del Covid era para nosotros lo último".

(Más) frío

"Al principio del todo hacía muchísimo frío. Por la mañana, cuando despertaba a las niñas, les ponía el jersey y me decían: está mojado. Sin la calefacción no se podía secar. Estamos en medio de la nada" Recuerdan, además, que "aquí siempre las temperaturas son dos grados menos que en el centro, porque no hay edificios ni árboles". Por culpa del frío, a los niños les han salido granitos en las manos.

Y de repente, Filomena

"Me parecía de película. La gente no podía conseguir butano ni alimentos. Era una catástrofe humana", lamenta Najoua. La nevada ayudó a que la situación tomara protagonismo en los medios. Pero no sirvió de nada. Entre los vecinos compartían bombonas de gas y organizaban grupos de dos o tres para tratar de llegar a la gasolinera. Ni la pandemia, ni las intoxicaciones, ni los síntomas de congelación, ni los muertos. Ninguno fue razón suficiente para propiciar una actuación de emergencia a la altura. Tampoco lo fue el mayor temporal de nieve que se recuerda en décadas.

Van a por ti

Najoua siente que las autoridades de ahora van a por ellas. "Ni pacto regional ni nada. Quieren que te vayas. Ninguna alternativa. Recoge tus cosas, recoge a tus niños y a la calle. Aquí no te queremos. Si realmente quieres buscas la solución" "Un policía nos lo dijo claramente: están barriendo la Cañada. "Yo creo que nos quieren hacer pensar que la luz no vuelve. Quieren que dejemos de luchar", apostilla Houda.

Por mis hijas, como mi madre

"Salir a la calle. Y exigir y exigir", sintetiza Najoua. "Las movilizaciones de las mujeres vienen de la impotencia. Y de la naturaleza de las madres: pensar en sus hijos antes de en nosotras mismas. Nosotras estamos 24-7, porque somos las que estamos en casa, las que lavamos la ropa, las que estamos pendientes de la comida, del butano... Pero todo eso lo dejamos atrás, porque pensamos en que nos gustaría que nuestro hijo o hija se siente a ver la tele. Me encantaría que mi hija cuando llegue del cole prepararle un bizcocho, que a ella le encanta. O cenar una noche lasaña. Nos estamos dando cuenta de que están violando los derechos de nuestros propios hijos. Y cuando una madre siente que su hijo está en peligro salta la alarma. Sobre todo las madres marroquíes son históricamente muy luchadoras. Es lo que nos han enseñado en casa nuestras madres, siempre han luchado por nosotras".

Puerta a puerta

Nunca quisieron ser "cinco o seis". Por eso fueron puerta por puerta a intentar que se sumen "todas las mujeres posibles". "Llegamos a ser sesenta. Superactivas. En el momento en el que pongas un mensaje en el grupo de Whatsapp que tenemos todas están en la calle. Eso es lo más positivo que podemos destacar de esta lucha tan triste y tan vergonzosa", presume Houda.

En el barrio

Aunque en el autocar se canta y se baila, prefieren manifestarse en la Cañada que en la Puerta del Sol. "Ya que nos cortas la luz, te cortamos nuestra carretera. Nos pertenece", señalan. Allí se sienten más fuertes. Mientras no se devuelva el suministro, no están dispuestas a permitir que los camiones pasen por allí para tirar "toda la mierda de Madrid en nuestro barrio".

Estrategia

Las mejores batallas se libran con la cabeza fría. Y ellas lo saben. Por eso, tratan de acomodar su repertorio de acciones al momento en el que se encuentre el problema y a lo que puedan señalar desde fuera. "La lucha llegó a casi toda Europa y a América. Empezamos a ir con más precaución". La consigna es clara: hay que desmontar los tópicos. Por eso, por ejemplo, mueven cielo y tierra para que sus hijos vayan al colegio de punta en blanco. "Les estamos mandando limpios, duchados, con los deberes hechos. Los profesores piensan que no tenemos problemas", se ríen.

Pisar Cañada

Y es que en la imagen, en como se ve el problema, se juega una parte crucial del partido. Unos y otros criminalizan, estigmatizan o inventan sin saber. Houda pide que se pise el lugar antes de juzgarlo. "¿Cómo puedes hablar de un sitio que no conoces? Es lo que les digo a mis hijas cuando no les gusta un plato. Que lo prueben. Y que luego decidan" "¿En la Cañada solo hay porsches, plantaciones de marihuana, delincuentes? No. Hay trabajadores, madres que están haciendo todo lo posible por sacar a sus hijos adelante. No son personas inadecuadas en el país. Quieren que su hijo ocupe un buen puesto de trabajo en España. No vienen de fuera a buscar ayudas. Mi marido y yo queremos trabajar, que nuestros hijos salgan adelante, tengan estudios y realicen su vida normal y corriente. Como en cualquier otro barrio", reclama Najoua.

Defender el futuro

"Mi hija necesita tener acceso a las clases virtuales. Y no puede hacerlo, porque no tenemos Wi-Fi", se resigna Houda. "Te mandan enlaces para los deberes en vídeos de Youtube para hacer los ejercicios. Es muy complicado", comparte Maryam. La pandemia, la nevada y el corte eléctrico han aparecido como nuevos y enormes obstáculos en un camino ya de por sí empedrado: estudiar en la Cañada. Por suerte, hay referentes de victoria. Personas que alcanzan la meta. "Ya hay gente universitaria. Gente que ha crecido aquí. Abogados. Enfermeros en el Infanta Leonor. Yo siempre que voy lo digo super orgullosa. Que soy de la Cañada y que hay dos enfermeros de mi barrio. Hay una chica de mi edad, de 34 años, con la que he crecido, que se casó, ha tenido hijos y ahora se acaba de sacar un máster de Derecho a distancia. Con su pañuelo, respetando sus creencias y su cultura, y al mismo tiempo avanzando", ejemplifica Houda. Gracias a esta lucha esperan, además, mostrarse ellas mismas como un modelo a seguir. Ya no son solo vecinas, madres y trabajadoras. Son "lideresas".

Pacíficas, a pesar de todo

"A cualquier barrio le dejas cinco meses sin luz y te revienta todo Madrid. No hemos hecho ningún acto violento, ninguno. Hemos demostrado que simplemente luchamos por nuestro derecho, que es la luz. Nos han maltratado en nuestras luchas pacíficas y no hemos denunciado. Tenemos vídeos y fotos de cómo pegaban a los menores, de cómo empujaban a mujeres embarazadas", denuncia Najoua. También les preguntaban dónde estaban los hombres, sus maridos. "¿Y a tí que te importa? ¿Te crees que soy invalida? Te ponen siempre en miniatura. Escuchas en el Parlamento que si la igualdad...y luego a tí te dicen que sin hombre no vales nada", critica.

La luz va a volver

"Yo prefiero tener alguna esperanza. Sino no aguantas ni un día", reconoce Najoua. "Yo si tengo mucha. Siento que la luz va a volver, que vamos a ganar esta batalla y que va a ser nuestra. Lo vamos a conseguir nosotras, las que hemos empezado. Y vamos a seguir hasta el final", asegura Houda.

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