Tu indiferencia mata

27.07.2020

Tres son las rutas principales para migrar a Europa, cientas son las fronteras que se han de cruzar, miles son las personas que yacen en el fondo del Mediterráneo, millones son los europeos indiferentes ante tantísimo sufrimiento.

El dolor llama a la puerta de la Europa-fortaleza y, lejos de abrir sus puertas y acoger con dignidad a miles de personas con sus vidas, familias, historias y corazones; los gobiernos europeos cierran con llave y los ciudadanos cada vez están más sordos para escuchar el timbre y cumplir con su responsabilidad humana de hacer todo lo posible por abrir la puerta y socorrer a sus hermanos que claman auxilio y justicia.

La puerta cerrada de Europa es también la puerta cerrada de los corazones de los europeos, el silencio cómplice de los que viven dentro de la casa es también una patada a la humanidad, y junto a las personas que mueren al otro lado del muro, también la dignidad de Europa se ahoga en el Mediterráneo.

La indiferencia mata

Permíteme que te sitúe en una escena para que explores cuál sería tu reacción ante la misma y cuáles serían las consecuencias si optaras por el camino de la inacción o de la indiferencia.

Imagínate que vas conduciendo por una autovía y justo delante de ti a un motorista se le pincha la rueda de la moto, se cae y se lleva un fuerte golpe en la cabeza contra el suelo. ¿Cuál sería tu reacción?

  • Seguir conduciendo como si nada hubiera ocurrido
  • Frenar y quedarse desde dentro del coche observando al motorista en el suelo, esperando a que otros coches vengan y alguien se baje a socorrerlo
  • Frenar, bajarse del coche, llamar a los servicios de asistencia y seguir sus instrucciones de primeros auxilios mientras ellos llegan para atender al motorista

Es un ejemplo sencillo de entender, si pasas de largo y sigues conduciendo, tu indiferencia habrá conseguido la muerte segura de una persona; si optas por la segunda opción, en casos como estos unos segundos pueden separar la vida y la muerte, en un muy alto porcentaje, tu inacción hará que el motorista fallezca; en el tercer caso es probable que sobreviva gracias a tu acción responsable de hacer todo lo posible para que así suceda.

Intuitivamente todos sabemos qué es lo correcto y nos aborrecería ver en las noticias que alguien no se paró a auxiliar al motorista: "eso está muy mal, ojalá lo pillen y pague por lo que ha hecho". Es más, no solo está mal moralmente, sino que la ley misma obliga al auxilio. En el código penal está recogido el delito de omisión del deber de socorro de la persona que no ayude a otra que se encuentre desamparada y en peligro manifiesto[1].

Ahora cambia al motorista por una persona migrante, a la moto por una patera y a la autovía por el mar Mediterráneo... Ya no parece tan intuitiva esa urgencia de atención, esa maldad en la inacción que puede acabar con tantas vida, y ni si quiera la ley (a la luz de los hechos diarios) parece que tenga muy en cuenta el delito de omisión del deber de socorro.

En este caso, tal y como podemos observar en el día a día de las personas migrantes y en la cantidad de vidas ahogadas, lo que impera en las respuestas es la opción "a": "seguir viviendo como si nada ocurriera". ¿Qué sucede? ¿Acaso sus vidas valen menos que la del motorista? ¿Por qué impera la inacción y la indiferencia? ¿Por qué "continuamos viviendo como si nada ocurriera"?

En efecto, la indiferencia mata. Mi, tu, nuestra indiferencia mata.


[1] Ley orgánica 10/1995 de 23 de noviembre, art. 195. En https://www.boe.es/buscar/pdf/1995/BOE-A-1995-25444-consolidado.pdf

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